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Acallando las dudas: el imparable ascenso de la inversión sostenible
Cuando en 1971 se lanzó el fondo de inversión Pax World en Estados Unidos, se convirtió en el primer vehículo de inversión colectiva ampliamente diversificado que integraba consideraciones sociales en su análisis de inversiones. Contrarios a la implicación de EE. UU. en la guerra de Vietnam, los fundadores del fondo, Luther Tyson y Jack Corbett, adoptaron un enfoque excluyente y se aseguraron de que su fondo evitaba empresas que se beneficiaban de la guerra.
Aunque Pax World fue el primer fondo de estas características, se inscribía en una larga tradición. Durante más de dos siglos, se ha recurrido a la inversión socialmente responsable (ISR) para instar a los gobiernos y a las empresas a realizar cambios. En 1841, Lombard Odier formó parte de un movimiento para desinvertir en las empresas que se beneficiaban del tráfico de esclavos a través del Atlántico. En fechas más recientes, un movimiento internacional de desinversión, que comenzó con activistas y se extendió a los gobiernos, desempeñó un papel clave en el fin del apartheid en Sudáfrica.
La inversión sostenible aspira a batir al mercado al tiempo que crea un modelo económico social y medioambientalmente sostenible. Y es el capítulo más reciente de esta tradición que emplea la fuerza de las finanzas para abordar los mayores problemas de nuestro tiempo. Las temperaturas del planeta están alcanzado niveles récord1 y la pérdida de biodiversidad sin precedentes amenaza con provocar un efecto dominó2. Y sin embargo, la inversión sostenible está poniéndose en tela de juicio. Una combinación de fuerzas, desde políticas hasta macroeconómicas, está demandando a los inversores que se posicionen: ¿el momento de la inversión sostenible ya ha pasado? ¿O las perturbaciones recientes son simplemente baches puntuales dentro de una tendencia a largo plazo para construir una economía con cero emisiones netas, con efectos beneficiosos para la naturaleza e inclusiva?
La resistencia contra las políticas medioambientales
En enero de 2021, en uno de sus primeros actos como presidente, Joe Biden volvió a adherir a EE. UU. al emblemático Acuerdo de París. Poco después, propuso lo que terminaría siendo la Ley de reducción de la inflación (IRA), un enorme paquete de incentivos fiscales, subvenciones y préstamos que incluía casi 400.000 millones de USD para proyectos de energías limpias3.
Más o menos por las mismas fechas, la Unión Europea aprobó el Pacto Verde Europeo, un amplio conjunto de medidas dirigidas a conseguir la neutralidad en emisiones de carbono en toda la UE para 2050. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, lo describió como «el equivalente europeo de la llegada del hombre a la Luna».4
Sin embargo, hoy día el panorama se presenta muy diferente. En EE. UU., el fantasma de un segundo mandato del expresidente Donald Trump podría significar la salida del Acuerdo de París y un tijeretazo a la IRA5. En Europa, la resistencia ante las políticas sostenibles, el denominado green-lash, llevó a la UE a abandonar su plan para reducir a la mitad el uso de pesticidas6 y eliminar la obligación del sector agrícola de reducir un 30%7 las emisiones distintas del CO2.
Las condiciones del mercado y la macroeconomía
Por otra parte, las condiciones del mercado y la macroeconomía han golpeado los proyectos de energías renovables, considerados a menudo como el estandarte de las inversiones sostenibles. Recientemente la inflación y los tipos de interés han subido y las cadenas de suministro han sufrido congestiones. Todo ello se ha aunado para elevar el coste de los nuevos proyectos de energías renovables, amenazando a los promotores con pérdidas. Durante los tres últimos años, el índice S&P Global Clean Energy, que registra el comportamiento de la industria de las energías renovables, ha caído alrededor de un 16%8.
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La inquietud que despierta el greenwashing, o ecoblanqueo, ha puesto aún más nerviosos a los inversores. El año pasado, DWS, la mayor gestora de activos de Alemania, llegó a un acuerdo extrajudicial por 25 millones de USD para poner fin a una investigación sobre afirmaciones infladas relativas a la sostenibilidad de sus inversiones.9
Algunas de las mayores gestoras de activos del mundo han dado marcha atrás en sus compromisos de sostenibilidad. En 2023, Vanguard abandonó la Net Zero Asset Managers Initiative10. Y, a comienzos de este año, JP Morgan Asset Management y State Street Global Advisors dejaron el grupo Climate Action 100+11. La inquietud se ha multiplicado, por lo que la categoría más exigente de fondos de inversión sostenibles de la UE, conocida como «Artículo 9», acumula tres trimestres consecutivos de salidas12.
La lección que se desprende es que, a medida que ha aumentado la adopción, las tecnologías centradas en la sostenibilidad se han convertido en un producto como cualquier otro
La panorámica de conjunto
Desde el punto de vista de los inversores, estas inquietudes son comprensibles. Pero es importante distanciarse del ruido a corto plazo para ver la panorámica de conjunto. Por ejemplo, en nuestros sistemas energéticos, todos los años desde hace más de dos décadas se incorpora más capacidad de generación renovable de lo que se ha conseguido nunca. El año pasado, pese a que la elevada inflación castigó al sector, entraron en servicio casi 510 GW de nueva capacidad de generación renovable. Ello supone un incremento de casi el 50% respecto a la incorporada en 2022.
Este rápido crecimiento ahora lo impulsa el mercado, ya que el hundimiento de los costes y las economías de escala está espoleando la contratación. Pero eso no significa que la trayectoria de estas inversiones haya sido unidireccional. A pesar de la demanda sin precedentes y todavía pujante, muchos fabricantes de paneles solares han tenido dificultades para seguir siendo rentables13. Esto se debe a que el exceso de oferta y la fuerte competencia, sobre todo de las empresas chinas, que tienen un fuerte apoyo del gobierno central14, han reducido los márgenes de beneficios.
La lección que se desprende es que, a medida que ha aumentado la adopción, las tecnologías centradas en la sostenibilidad se han convertido en un producto como cualquier otro. Las rentabilidades no se conseguirán con una «apuesta general», sino comprendiendo los profundos cambios sistémicos que están sucediendo en nuestra economía y las muchas oportunidades nuevas que están surgiendo. Un ejemplo de ello es el ingente despliegue de infraestructuras eléctricas a medida que entran en servicio las nuevas instalaciones eólicas y solares. Los recientes obstáculos pueden haber empañado la panorámica de conjunto, pero la transición energética sigue cobrando impulso. Y ni las fluctuaciones macroeconómicas ni el posicionamiento a corto plazo de los políticos podrán contener la marea.
La electrificación está recibiendo impulso de la innovación tecnológica y las economías de escala. Sin embargo, el auge de las inversiones basadas en la naturaleza obedece, al menos en parte, a la amenaza del cambio climático
Invertir en la naturaleza
La electrificación está recibiendo impulso de la innovación tecnológica y las economías de escala. Sin embargo, el auge de las inversiones basadas en la naturaleza obedece, al menos en parte, a la amenaza del cambio climático. En todo el mundo, los productos agrícolas básicos sufren presiones sin precedentes por el aumento de las temperaturas y el riesgo cada vez mayor de sequías e inundaciones.
Desde las naranjas en Brasil hasta los productos básicos como la soja, el arroz y las patatas, el cambio climático está golpeando los rendimientos agrícolas. Asimismo, amenaza con crear una inflación anual en los alimentos superior al 3% de forma persistente15. A comienzos de este año, tras la sequía sufrida en África occidental, el precio de mercado del cacao alcanzó un máximo histórico16. Por otra parte, la superficie de cultivo total de café podría reducirse más de un 50% para 205017.
En conjunto, el valor total de los mercados de té, café, cacao, arroz y soja se sitúa en 1,2 billones de USD18. Según Morten Rossé, responsable de Naturaleza y Clima de Lombard Odier Investment Managers, la enorme escala de los mercados de productos alimentarios supone que los inversores probablemente vean enormes cambios en los flujos financieros. La causa de ello sería que los productores pasarían de la producción convencional mediante monocultivo a modelos basados en la naturaleza más resistentes ante el cambio climático.
«Hemos montado un sistema en el que hemos sacado gran parte de la producción de la naturaleza, de los bosques», explica. «Lo que proponemos a volver a integrar la naturaleza en los sistemas productivos. Eso hará que se adapten mejor al cambio climático. Si invertimos en la naturaleza, entonces podemos elevar el valor de los productos que se crean y también podemos apreciar el valor del suelo con el paso del tiempo».
La agricultura regenerativa desempeña un papel esencial para mejorar la salud del suelo, restaurar los ciclos del agua y aumentar la biodiversidad a largo plazo
Algunos de los mayores productores de alimentos del mundo ya están haciendo el cambio. Paul Bulcke, presidente de la multinacional Nestlé, que se ha comprometido obtener el 50% de sus ingredientes principales de la agricultura regenerativa para 2030, afirma: «Sabemos que la agricultura regenerativa desempeña un papel esencial para mejorar la salud del suelo, restaurar los ciclos del agua y aumentar la biodiversidad a largo plazo. Estos resultados forman los cimientos de la producción sostenible de alimentos».
Regulación y geopolítica
Aunque el contexto político a corto plazo parece haberse vuelto contra las «políticas verdes» en algunas regiones, la panorámica de conjunto y la tendencia a largo plazo no han cambiado: por razones tanto pragmáticas como éticas, las políticas públicas siguen impulsando la transición sostenible.
En Brasil, por ejemplo, un nuevo «Plan de Transformación Ecológica» implantará pagos por servicios medioambientales para incentivar la restauración y preservación de la naturaleza con el fin de promover el crecimiento económico y crear empleo.19 En la UE, entretanto, el plan REPowerEU va a movilizar 300.000 millones de USD para garantizar la seguridad energética interna acelerando el despliegue de la generación eléctrica eólica y solar;20 y a partir de 2025, el bloque obligará a que todo el aceite de palma, la soja, el ganado, el café, el cacao, la madera y el caucho, así como sus productos derivados, estén certificados como libres de deforestación.21
El rumbo también está claro para las empresas. En Europa y el Reino Unido todas las grandes empresas cotizadas y no cotizadas ahora están obligadas a informar sobre su impacto en el clima y los riesgos y oportunidades comerciales que crea el cambio climático. En EE. UU., la SEC ha propuesto una norma similar. El objetivo es garantizar la transparencia para los inversores y los reguladores. A partir de este año, la legislación de la UE también obligará a las empresas a informar sobre su impacto en la biodiversidad.
La sostenibilidad está alterando el perfil de riesgo-rentabilidad de las inversiones en los mercados financieros. Para los inversores, se trata de estar expuestos a la economía del mañana
Una transformación estructural a largo plazo
Según Michael Urban, estratega jefe de sostenibilidad de Lombard Odier Investment Managers, la inversión sostenible se ha vuelto esencial para gestionar el riesgo y buscar rentabilidades que batan al mercado: «La sostenibilidad está alterando el perfil de riesgo-rentabilidad de las inversiones en los mercados financieros. Para los inversores, se trata de estar expuestos a la economía del mañana».
Al mismo tiempo, explica, «las inversiones verdes no se traducen automáticamente en rentabilidades verdes». La clave, afirma, es entender los profundos cambios sistémicos que están impulsando la transición. «En esencia, estamos hablando de una reconfiguración completa de la actividad económica. Afecta a todos los sectores que puedas imaginar».
«Lo importante es que la propia transición no es cíclica, sino una transformación estructural a largo plazo de la forma en que llevamos a cabo la actividad económica y generamos crecimiento. Lleva gestándose al menos veinte años y va a seguir desplegándose durante varias décadas. ¿Se puede detener? Es cierto que va a atravesar fases de aceleración y desaceleración, pero a largo plazo el impulso que ha cobrado es tal que se ha convertido en imparable».
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